Una casa para Vicente Rojo
Vicente Rojo es un pintor y escultor mexicano (nacido en España)
Su casa se erige en un monte entre Ixtapaluca y Texcoco, al oriente del Estado de México, en un terreno verde y con manantiales. Debido a su relación con el agua, este sitio es asociado con el dios de la lluvia y tiene el nombre de “Monte Tláloc” el cuál cuenta con un sitio arqueológico en ruinas y fue una de las montañas más sagradas en el México prehispánico. Rodeado de un hábitat tan lleno de vida y significado, la casa nace como un templo de contemplación, en la que Vicente puede refugiarse de la ciudad en este espacio de trabajo temporal para finalmente regresar a la ciudad de México rebosando de inspiración. La casa permanece entre valles, a la espera de ser habitada, siempre mirando el mismo sol y con pocos elementos arquitectónicos, más como una ruina que se puede interpretar como una serie de composiciones con sutiles gestos prehispánicos.
La propuesta tiene una materialidad porosa y rugosa, como muchas de las composiciones de Rojo, y destaca por sus pigmentos rojizos en tono terra cotta que la disimulan entre las rocas y la tierra. El espacio es completamente fluido y abierto, sin interrupciones ni elementos secundarios, como una ruina congelada por el tiempo. En la parte alta, el acceso principal es una abertura que lleva a un zaguán circular y abierto, por el que se entrevén unas escaleras ascendientes en el fondo. Las escaleras culminan en una terraza que revela de golpe el paisaje al espectador, sin delimitarlo, todo, alineado al recorrido del sol y a las montañas. La terraza se complementa con un espejo de agua, quieto, que contrasta con el sonido del agua que corre en el valle y al sonido de las hojas danzando con el viento. Junto al zaguán, hay otras escalinatas que por el contrario, descienden al taller, un grande y alto espacio que no tiene mas que una mesa monolítica en su centro. La geometría de su cielo refleja las formas del espejo de agua en la terraza y crea una sensación distinta, como un eco o una respuesta a las escaleras. Al seguir descendiendo, se llega a un dormitorio más pequeño con una conexión directa al valle.
Año 2017/ Monte Tláloc